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VER TODAS LAS ENTREVISTAS DE CINE PARA ESTUDIANTES
CIENTO VOLANDO, DOCUMENTAL DE ARANTXA AGUIRRE
MÁS VALE "CIENTO VOLANDO" QUE PÁJARO EN MANO
Independientemente de que se conozca o que guste más o menos la obra de Eduardo Chillida recomendaría este documental aunque solo sea para disfrutar de la música de Bach, del sonido de la lluvia en parajes norteños, del cambio de luz con el paso de las estaciones y de las reflexiones sobre el quehacer y la personalidad del escultor, gran admirador de Bach de quien comenta,"la música es una construcción en el tiempo y el espacio, a Bach como arquitecto no ha habido nadie que se le arrime", de Jorge Guillén, "lo profundo es el aire" y de San Juan de la Cruz, "los valles solitarios, nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonoros". ¡¡¡Cómo comparto sus gustos artísticos!!!
En los años 80 , Chillida y su mujer Pilar Belzunces compraron en Hernani un caserío de piedra y madera del siglo XVI en estado ruinoso. Chillida vio que era el sitio perfecto para trabajar y con el tiempo crear un museo con su obra. Lo hizo restaurar y en el 2000 se inauguró como el Chillida Leku museo. Rodeado de una espectacular naturaleza, los magnolios, robles, plátanos y castaños se combinan en armonía con distintas obras del escultor. El caserío junto a Jone Laspiur, guía del documental, son los protagonistas que nos ayudarán, a interpretar la obra y el mundo personal del artista. El maestro del hierro y el hormigón, era un hombre introspectivo, profundamente espiritual que huía del halago y de las celebraciones y cuya vida giró principalmente en torno a su obra (tallar, forjar, modelar) como forma de superarse, de dar forma a sus ideas y de encontrar respuesta a sus preguntas filosóficas. Con el paso del tiempo el creador fue perdiendo el deseo de vender sus obras y el caserío se convirtió en su refugio. Acero, granito, hierro, alabastro y hormigón transmiten el espíritu y la vida reposada del autor que supo moldearlos.
"El artista sabe lo que hace pero para que merezca la pena debe saltar esa barrera y hacer lo que no sabe'. E. Chillida.
"Formamos parte del camino que otros recorrerán" A. Aguirre
Núria Farré. facebook@cinemaperaestudiants.cat
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LA HABITACIÓN DE AL LADO, DIRIGIDA POR PEDRO ALMODÓVAR
Dadas las expectativas que se han creado alrededor de la película, fui al pase esperando que se vieran cumplidas. En parte se han visto satisfechas y en parte me han decepcionado, pero siempre me sucede lo mismo con las películas de Almodóvar. Lo cierto es que el director ha dejado atrás su etapa sobrepasada para dedicarse a un cine más contenido, sobrio, con un estilo más académico, una puesta en escena muy precisa y una gama de colores vivos pero no estridentes. Hasta aquí nada que objetar. Pero el director sigue con su costumbre de introducir temas que se apartan del relato central y que generalmente coinciden con la más vigente actualidad. Si tenemos en cuenta que el tema central de La habitación de al lado es el de una mujer víctima de un cáncer terminal y que recurre a una amiga para que le acompañe en este delicado tránsito y le ayude a tener un final digno, están de más algunos flashbacks que poco aportan y que rompen tanto temática como estéticamente con el hechizo y la intimidad que transmiten las dos mujeres.
Si me remito a la obra en que se basa la película "Cuál es tu tormento" de Sigrid Nunez (por cierto, nuera de Susan Sontag, que teorizó sobre el cáncer), en dos momentos de la novela un profesor habla sobre el cambio climático y su negativa repercusión en el planeta. Se puede estar de acuerdo o no con su teoría catastrofista, pero habla con conocimiento de causa y está bien argumentado. En la película queda reducido a una charla facilona de bar lleno de tópicos que podría haberse evitado pues resulta ridículo en contraste con la profundidad del tema central. También sería discutible si era necesario el epílogo final (que no está en el libro). Pero prescindiendo de estas escenas un tanto forzadas, la película es toda una lección de vida abocada a una muerte eminente con momentos cargados de poesía donde el amor y los gestos desinteresados son los vínculos que unen a las protagonistas. Martha, Tilda Swinton, ha de librar con dos muertes: la exterior como corresponsal de guerra y la interior con su enfermedad y con una hija que la rechaza. "He tenido la muerte en mis manos, jamás pensé que sería tan ligera". Sin dramatismos innecesarios nos transmite sin tapujos sus sentimientos, su mundo emocional cambiante, su deterioro, sus momentos de aceptación y también los de rechazo, pero por encima de todo su búsqueda de libertad y dignidad a la hora de morir. Ingrid, Julianne Moore, también mantiene desde la ficción su propia batalla contra la muerte, como si esta fuera una opción y no una realidad. En estos días que pasan juntas en una casa en medio de la naturaleza, saldrán recuerdos de otros tiempos, lecturas afines (muy conmovedora el recital de la poesía final de Dubliness, Los muertos, de John Huston), viejas amistades, relación de Martha con su hija, compartirán películas y buscarán la serenidad para enfrentarse al final, todo ello plasmado en unos apropiados primeros planos que expresan la magnitud de las emociones que sienten las dos mujeres. Vida y muerte conviven con naturalidad y delicadeza, intensamente. Las palabras de Faulkner pronunciadas cuando recibió el Premio Nobel, eternas verdades universales sin las cuales toda historia es efímera: amor y honor, piedad y orgullo, compasión y sacrificio, están encarnadas sutilmente en las dos protagonistas.
Núria Farré. facebook@cinemaperaestudiants.cat
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EL MONJE Y EL RIFLE, DE PAWO CHOYNING DORJI
Con "Lulana un yak en la escuela" Choyning nos enseñó que se puede hacer una película hermosa y que consiga captar nuestra atención con un guion y unos personajes sencillos, sin estridencias y rebosante de calidez humana. Nada más lejos de la realidad asociar" El monje y el rifle a religiosidad y violencia". Por el contrario, es una sátira mordaz contra las armas, la violencia y las actuales democracias. El director nació en este país, pero estudió en la universidad de Wisconsin (EUA) lo que le permite conocer los entresijos de las dos culturas.
Tres tramas van alternándose para formar un relato coherente y bien cohesionado: un joven que, a petición de un lama, ha de conseguir un rifle para hacer frente al cambio político desde una monarquía a unas elecciones democráticas; Ron, un norteamericano que ha viajado a Bután para recuperar un rifle de la Guerra Civil norteamericana muy valioso; y la formación a unos ciudadanos que desconocen qué y cómo votar con los consiguientes conflictos y disputas entre vecinos. El cambio de régimen viene acompañado de la llegada de la televisión, móviles, ordenadores e internet que, junto al codiciado rifle son el símbolo de la modernidad. En un pueblo donde reinaba la convivencia y solidaridad se van abriendo camino la codicia, las envidias y rivalidades mezquinas.
El director, inteligentemente, con un tono reposado y sin tomar partido por una u otra opción, parece cuestionarse si el cambio del budismo a un egoísta consumismo merece la pena, pero sin apartar su mirada irónica de unos cándidos ciudadanos reacios a un nuevo régimen. Tal y como ocurría en Lulana, el espectador se siente atrapado por el tono sosegado del relato y por los hermosos paisajes de este pequeño país del Asia meridional que no llega al millón de habitantes.
Núria Farré. facebook@cinemaperaestudiants.cat
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Tatami, de Zar Amir-Ebrahimi y Guy Nattiv
A pesar del grave conflicto en Oriente Medio, Tatami es la primera película dirigida por una iraní y un israelita en la clandestinidad y tomando precauciones para evitar injerencias del gobierno iraní. Manteniendo una gran tensión dramática consigue cohesionar, aunque parezcan incompatibles, el tema deportivo, el feminista y el social. En Tbilisi (Georgia) se celebra el campeonato mundial de Judo. Leila, la participante iraní, ha pasado por un duro entrenamiento y todo su esfuerzo está dirigido a ganar la medalla de oro. Pero el gobierno iraní considera una deshonra que tenga que enfrentarse a la participante israelí y que sea derrotada por ella. Agentes políticos iraníes son enviados a Tbilisi con el propósito de obligarla a abandonar. La entrenadora de Leila se debate en un gran dilema afligida como está por una desasosegante historia que vivió en su pasado y que todavía le persigue. Ante la negativa de Leila de renunciar a aquello por lo que tanto ha luchado los agentes las persiguen, las amedrentan y las amenazan con resarcirse en sus familias. Y son estas amenazas y la tensión que provocan en las dos mujeres, la valentía y persistencia de Leila en su defensa de la libertad con las que me he sentido atrapada a lo largo de los 105 minutos de duración. Al final será el destino el que decida la suerte de estas dos jóvenes que nos hablan del drama de miles de mujeres iraníes. La película está inspirada en un percance en la vida real, cuando hace cuatro años, al judoca iraní Saeid Mollaei se le ordenó perder combates para evitar que llegara a competir contra el campeón israelí en Tokio en 2019. Filmada en un apropiado blanco y negro, destacar el gran trabajo de dirección y de interpretación de Zar Amir-Ebrahimi (Holy Spider) y de Arienne Mandi cuyas escenas en el combate de judo son excepcionales.
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LA ZONA DE INTERÉS, DE JONATHAN GLAZER
La zona de interés se refiere a los 40 kilómetros cuadrados que rodeaban a los campos de concentración nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Basada en una libre adaptación de la novela homónima de Martín Amis es también Hannah Arendt y su teoría de la "banalización del mal, concepto que afirma que personas aparentemente normales son capaces de cometer grandes atrocidades" quien recorre toda la película. Y es precisamente Rudolf Hoss, comandante de Auschwiz, el nazi que proyectó la maquinaría de muerte colectiva que más tarde se extendió a otros campos de concentración quien protagoniza esta banalidad del mal. Su vida transcurre plácidamente con su familia en una casona de dos pisos con jardín, piscina, huerto y servicio. Su día a día transmite amor, felicidad, confianza y es precisamente esta vida idílica lo que resulta escalofriante al constatar que solo un muro con enredadera separa este paraíso de unas chimeneas que escupen el humo de los asesinados, del ruido de algún que otro disparo o grito de dolor. Familia dedicada a la más espeluznante y siniestra normalidad sin pensar en ello, sin que ello les perturbe su cotidianeidad, ajenos a todo lo que ocurre al otro lado del muro. Su indiferencia hacia lo que tienen tan cerca se manifiesta de forma patente cuando Hoss le comunica a su esposa que van a trasladarlo y ella prefiere que marche él solo a tener que abandonar este idílico lugar donde los niños tienen todas las condiciones para ser dichosos. Y es en esta indiferencia hacia la monstruosidad, donde reside lo inquietante de la historia, lo que la hace diferente a otros relatos que han tratado el tema: lo atroz no se ve, pero subyace en la película durante los 106 minutos de su duración. Sin mostrar el sufrimiento de los desesperados prisioneros, sin reclamar la compasión del espectador hacia las víctimas, consigue transmitir sutilmente la deshumanización absoluta ante la crueldad y barbarie. Allí donde tuvo lugar uno de los mayores crímenes de la historia actualmente se muestra asépticamente la memoria del pasado.
«Pies levitando con patético fulgor.
Yo misma,
también yo bailo
liberada de la gravedad
hacia la oscuridad y el vacío.
Espacios comprimidos y proscritos de tiempos pasados,
lejanías recorridas,
soledades perdidas
comienzan a bailar, a bailar.
Yo misma,
también yo bailo.
Con irónica temeridad
nada he olvidado:
conozco el vacío
y conozco la gravedad.
Con irónico fulgor
bailo y bailo».
Hannah Arendt
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