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ANATOMÍA DE UNA CAÍDA, DE JUSTINE TRIET
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Palma de Oro en el Festival de Cannes
Partiendo de Simon, un padre de familia que aparece muerto delante de su chalé, Triet con una gran exactitud y destreza disecciona las grietas y los conflictos ocultos de una vida matrimonial. El cadáver es descubierto por el hijo de 11 años de la pareja que padece una discapacidad visual por un accidente. La investigación se decanta en principio por un suicidio o accidente pero no hay pruebas concluyentes en favor de estas hipótesis y las sospechas recaen en la mujer, la única persona que estaba en la casa. Su detención conllevará explorar las capas íntimas y emocionales de una relación en la que sus protagonistas evitaban ser conscientes de lo que les unía o de lo que les destruía.
Los dos son escritores, él está pasando por una crisis creativa, ella por el contrario está siendo reconocida y en su novela se respira rabia y desprecio hacia el marido de la protagonista. Estos factores unidos a que era Simon y no ella quien se ocupaba del hijo cuando sufrió su discapacidad visual, a que ella confiesa su bisexualidad y alguna que otra infidelidad, confluyen en convertirla en la principal sospechosa. Frustraciones, resentimientos, celos, dudas, conflictos no solucionados van saliendo en la vista oral con una precisión e intensidad dramática sin que por ello se pierda un ápice de verosimilitud. Las capas que forman las relaciones humanas van cayendo hasta llegar a la conclusión de que hay barreras insondables que nunca podremos reducir. El hijo asistirá a todo el juicio y va conociendo todo aquello que había sido disfrazado, las caras ocultas de sus progenitores, de aquellos con los que había compartido sus mayores afectos. Su última declaración en el juicio será determinante para la sentencia final: ya nada será igual. La Caída no ha sido solo física, sino que lo ha sido también psicológica para toda la familia.
Justine Triet ha hecho una película que roza la perfección, un rompecabezas con unos diálogos muy medidos, sin pretender moralizar, con una narración que avanza a un ritmo ágil sin divagaciones innecesarias, con giros en el momento adecuado y con una magnífica Sandra Huller como protagonista que a pesar de su dramática situación consigue mantenerse fría y distante ante su presunta culpabilidad, lo que lleva a dudar hasta el final de su inocencia. La directora nos remite a la película de Otto Preminger "Anatomía de un asesinato" pero en Triet los personajes son más ambiguos aun si cabe, más agudos y sutiles en sus relaciones. Son dos horas y media de un relato denso, grueso que invita a la reflexión sobre la condición humana. Imposible quedarse indiferente.
Núria Farré. facebook@cinemaperaestudiants.cat
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