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LUNANA, UN YAK EN LA ESCUELA, DE PAWO CHOYNING
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Un buen ejemplo de que para hacer una buena película no son necesarios grandes efectos especiales, ni argumentos enrevesados, ni ritmos atropellados ni ambientes sofisticados, sino que serán la sensibilidad del director y su mirada personal las que nos enternecerán, emocionarán y harán reflexionar. Conseguir hacer una película sencilla, sincera, con alma, aprehendiendo el sentido poético del lugar donde se filma, no suele verse a menudo. El rodaje se realizó en escenarios muy remotos, dependiendo de baterías solares transportadas con burros de carga y con actores no profesionales. Con ella, Butan pudo entrar a ser candidata a los Oscars al mejor Largometraje Internacional. Todo un mérito si tenemos en cuenta de que en este país solo hay 2 o 3 salas con un proyector donde has de llevar el ordenador y proyecciones en carpas que van de pueblo en pueblo.
Ugyen, un joven profesor desmotivado por su trabajo, tiene el sueño de marchar a Australia y abrirse camino como cantante. Como represalia a su desinterés por las clases, sus superiores deciden enviarlo a una de las escuelas más remotas del mundo, en una aldea glacial del Himalaya. Un largo viaje en autobús y después siete días de caminata para llegar a Lunana. Sin electricidad, en una casa envejecida, sin pizarra ni material didáctico, Ugyen siente la imposibilidad de adaptarse. Pero hay tres elementos con los que no cuenta y que contribuirán a que con el paso de los días su opinión cambie. La bondad de la gente, su sentido de comunidad, su ilusión por tener un profesor y las ganas de aprender de los alumnos serán su primer aliciente; para la gente de la aldea un maestro es algo muy valioso, "un maestro toca el futuro". Las melodías de Saldon, una mujer joven cuyas sencillas canciones hablan de la naturaleza y de las relaciones entre los pastores y sus yaks, serán el segundo aliciente que le conectarán con el lugar. Y los espectaculares paisajes e importancia de los yaks, cuyas heces secas son imprescindibles para prender el fuego necesario para cocinar y calentarse. Saldon le regalará uno y el animal vivirá en la clase recibiendo el cariño de los niños y del propio protagonista. Un tercer atractivo para que Ugyen sienta una conexión con el medio como no había experimentado antes. En estos tiempos de incertidumbres y de confusión, Lunana, un yak en la escuela se siente como un soplo de aire puro.
Núria Farré. facebook@cinemaperaestudiants.cat
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